Entre las múltiples identidades colectivas que definen a los grupos sociales, es la nacional la de mayor impacto político a nivel global. Así, aun cuando la mayoría de nosotros denostramos, descreemos, criticamos o tememos a la idea nacional, el mundo se sigue articulando desde esta forma de organización.

 

Todavía hoy hay naciones que se imaginan y re-imaginan. Naciones viejas o nuevas, naciones en construcción o decadencia, naciones que se asumen o se niegan, naciones que respetan la diversidades o totalitarias. Al mismo tiempo, naciones todas que son constructoras de identidades.

 

En esas naciones, el Aparato Ideológico del Estado crea ciertos sentimientos produciendo así su nacionalidad (Anderson, Gramsci, Laclau). Para ello, esos estados distribuyen ficciones culturales o fábulas simbólicas, todas ellas imágenes diseñadas, para obtener el monopolio sobre las normas culturales y discursivas.

 

Pero para realizar esta acción de construcción de la identidad nacional, el estado debe personificar cierto contenido común y tener el poder de institucionalizar ese contenido. Además, necesita de soportes, de canales para difundir discursos de nacionalidad a través de la cultura material tales como la arquitectura pública, los monumentos, las estatuas, la escarapela, uniformes, billetes, banderas, escudos, libros escolares y campañas de propaganda.

 

Esto ocurre debido a la importancia social de las imágenes y los objetos y a la importancia social del acto de ver, de representar, de interpretar, de imaginar y de desear como las fuentes que otorgan poder a las imágenes (Lacan).  De esta forma, si aceptamos que no existe identidad sin su imagen podemos pensar que esa construcción de la nacionalidad es el resultado de un acto de diseño, de diseño de identidad, entendida esta como una acción política de primer nivel.

 

Bajo este marco, es importante descubrir la mecánica y recursos que usan los estados para construir la identidad nacional a partir del diseño de imágenes, ya que esto ayudará al diseñador a ampliar las opciones y conocer los efectos del trabajo de diseño de imágenes. Por ejemplo, ayudará al diseñador a entender como puede desde su trabajo contribuir a la democratización de la cultura nacional.

 

Este proceso arriba descrito, no se incluye en la formación académica de los diseñadores de Comunicación Visual aún cuando probablemente vayan algunos de ellos a estar a cargo de distribuir imágenes de un gobierno o incluso de instituciones y organizaciones de base ideológica.

©Sebastian Guerrini, 2009