Se puede pensar que el diseño funciona como un vehículo por el cual cosas latentes de la sociedad logran materializarse. Cosas tales como miedos, sueños o deseos.
En este sentido, según Jorge Luis Borges, no tenemos miedo porque soñamos con monstruos, soñamos con monstruos porque tenemos miedo (Borges, 1999). Desde esa figura del monstruo que describe Borges podemos entender la necesidad de diseñar imágenes como la acción de materializar cosas como por ejemplo monstruos. Monstruos que solo son interpretes identificables de los miedos y que trabajan dando forma a lo que antes no lo tenía.
Entonces, cuando Walt Disney, Fritz Lang o Mary Shelley crean un monstruo, lo que están haciendo es darle a sus espectadores la posibilidad de que sus miedos se hagan visibles por medio de sus diseños. Por ende, le dan a su audiencia la posibilidad de interactuar sus miedos con algo concreto, no solo con sensaciones y emociones inentendibles e invisibles.
Además, esta posibilidad mágica que radica en el acto de dibujar, crear o proyectar monstruos, puede ayudar a que la persona con miedo puede integrarse con otras personas que sufren algo similar, creando un refugio para compartir o luchar juntos contra ese monstruo, logrando así que el espectador deje de sentirse solo ante sus temores.
Por otro lado, los diseñadores también pueden hacer algo malo: pueden crear o despertar un monstruo en donde sólo había felicidad. Esto puede lograrse a través del diseño en virtud de la mentira en la que todos podemos caer cuando creemos que las cosas están revestidas de sentido: los objetos diseñados-los monstruos-seguirán viviendo en su solitaria quietud, mientras que el espectador contará con su posible presencia.
Pero existe la posibilidad de no caer bajo la influencia de ese monstruo dibujado por alguien, porque nuestras razones o fortalezas neutralizarán esos miedos o porque la imagen no logrará ser creíble.
Sin embargo, incluso si ese monstruo falla en su intento, puede que nos haya ayudado a ser concientes sobre nuestros puntos de vista y haber contribuido humildemente a reconsiderar nuestra lectura sobre el miedo. Es decir que ese monstruo, que ese diseño puede haber funcionado como un recurso filosófico desde donde uno puede reflexionar sobre la vida.
© Sebastian Guerrini, 2011
grande verde con colmiyos un solo ojo