Como Medusa, la diosa griega que petrificaba a quien la viese, los símbolos transforman a quien los ve.
También mágicamente, los símbolos llegan a nosotros cuando menos los esperamos: pintados en baldosas de una plaza pública o tatuados en el lugar más íntimo que un tatuaje pueda hallar, los símbolos aparecen en nuestras vidas de la nada y sin pedir permiso.
Por ello, y más allá de quien los creo y de sus intensiones, los símbolos tienen poder:
Tienen por un lado el poder de engañar, engañando al hacernos creer que lo que retratan o representan está aquí.
Nos engañan cuando creemos que quien lleva al símbolo lo encarna, es decir, cuando creemos que ese símbolo y esa persona son lo mismo.
Nos engañan cuando la imagen de ese símbolo nos transporta a culturas lejanas, a momentos únicos o a sensaciones que no siempre serán correspondidas. Incluso nos engañan cuando lo que el símbolo retrata nos emociona, nos da algo alegría y optimismo, mientras su portador o portadora camina indiferente de lo que su símbolo genera.
Además nos engaña cuando ese dibujo nos hace pensar en algo que no nos interesaba pero que ahora está presente.
En conclusión, nos engaña cuando creemos en el símbolo.
Pero más allá del engaño, los símbolos tienen otro poder: el símbolo puede dar forma a lo que no tiene forma, pudiendo así materializar lo que antes era solo sensaciones, ideas, intuiciones, creencias o valores. Por ejemplo, ¿qué sería de la República sin el rostro de una joven, de las olimpíadas sin sus anillos, de la iglesia católica sin una cruz o del hipismo sin el símbolo de la paz?
Asimismo, los símbolos tienen el poder de ayudar a definir lo que se es y lo que no a partir de plantear instantáneamente comparaciones, porque al ver un símbolo algo es grande o pequeño, rudo o suave, místico o terrenal solo en relación a otros símbolos, otros contenidos y otras emociones
Entonces, ¿los símbolos son malos? Quizás, o lo que sucede es que la experiencia de nuestras vidas solo puede ser expresada en parte a través de símbolos, ya que es a través de ellos que tomamos y definimos el sentido de la misma.
© Sebastián Guerrini, 2010
Más allá de buenos o malos, los símbolos cargan una historia y depende de cada uno como quiera aplicar el sentido de esa historia a la propia, va, creo, de la mano de la intensionalidad con la que uno recibe ese símbolo.
saludos
En parte sí, por un lado creo que el significado de los símbolos fluctúa entre lo que son para uno y lo que uno cree que materializan de las estructuras y mandatos de su sociedad o cultura. Por otro, como presencia real de la intensionalidad de ese otro que se representa en el mundo material que rodea a uno. Saludos. Sebastian
MUy bonito el texto! En relación con éste, recordé a uno de los autores que mi padre me hizo leer de chica…YEats. Él tiene un concepto de símbolo que, creo yo, acaricia el arte de la magia y los encantamientos…es muy bonito lo que plantea. Estamos rodeados de símbolos y son, por momentos, imprescindibles: cuando nos permiten decir mucho más que las palabras.☺ Saludos Sebastián. ☺…
Sí, a veces los símbolos dan forma a lo que no tiene forma y nombre a lo que todavía no llega a ser verbalizado, en parte de ahí viene su magia. Yeats, aunque era Irlandés, creo que es uno de los que más atrapa el alma de los ingleses.
Gracias por tu comentario,
Simplemente sensato para entorno saturado de construcciones plàsticas.
Muy interesante todo lo del sitio. Lo voy leyendo poco a poco.
Con respecto a esta entrada, no creo que los símbolos sean buenos o malos sino medios, herramientas de simplificación, codificación y comunicación. Como tales, depende del uso que se haga de ellos. Creados y usados por las personas, de ellas y sus sociedades depende realmente el destino de los símbolos.
También habría que pensar sobre el alcance de sus influencias, dado que nacen en un contexto, si este cambia radicalmente y se pierde todo rastro de su origen, su descodificación se vuelve misteriosa y dicho símbolo sobrevive gracias a sus cualidades formales y estéticas, siempre y cuando se consideren valiosas. Si el misterio que suscita se considera como un valor, más allá del desconocimiento de su origen, será re-significado y adoptado.
Todo esto me hace pensar si un símbolo puede vaciarse por completo alguna vez. Pero si sigo escribiendo, será este un comentario demasiado largo!
Gracias por compartir tus textos. Saludos.
Hola Jésica,
Mi opinión es que los símbolos no tienen poder en sí mismo, sino una gran capacidad para engañarnos y hacernos pensar que son lo que aparentan, solo porque la sociedad así lo quizo.
Los símbolos materiales aportan asimismo la analogía con lo que representan o de lo que el que los mira o toca cree ver y sentir en ellos, profundizándose así su impacto en nosotros. Saludos