En el año 2001 y ante el encargo de la Presidencia de la Nación Argentina de crear la identidad visual del gobierno, diseñé dentro de ese esquema la versión del escudo nacional argentino que todavía se encuentra en uso.
Cuando me convocan a realizar este trabajo inicialmente investigué las reglamentaciones que me fueron suministradas, las que para ser sincero tuve que rastrear personalmente en la esfera del ejecutivo porque nadie sabía concretamente sobre el tema. El primer sitio en que busqué información fue en el Ministerio del Interior, donde legalmente contaba con un área supuestamente a cargo de la reglamentación y uso de los símbolos nacionales desde hacía tiempo. Lamentablemente, esa dirección lejos estaba de hacer eso. Ante esta limitación, relevé lo disponible en decenas de otras instituciones. Los mayores aportes me fueron suministrados en el Museo Histórico Nacional, en el Archivo General de la Nación, la Biblioteca del Congreso y el Museo de la Casa Rosada.
Con todo lo aportado por esa vía sumado al trabajo de campo que venía ya realizando para mi doctorado, llegué entonces a ciertas conclusiones.
La primera, que incluso actualmente existe un vacío legal en las normativas que designan al escudo nacional como tal, porque la última reglamentación es de la época de un gobierno de facto (1944: Farrell). Ese gobierno decreta como cierta una figura, un único clisé de escudo, que si es el que estimo, fue diseñado en 1925 por el autor de los lineamientos del decreto. Sin embargo el modelo que en ese decreto se dictamina no fue usado con posterioridad, ni siquiera en la época posterior del Presidente Perón. Tampoco es hallable en forma categórica cuál es esa imagen, ya que cada una de las reparticiones que visité contaban con su propio clisé que reivindicaban como el que el decreto mencionaba.
Para entender cual era la versión legalmente válida y ante tanta falta de claridad, recolecté los escudos que el estado nacional utilizó en los años posteriores al decreto, en pos de confirmar qué modelo era el válido: hallé 200 versiones distintas de escudos usados por distintos gobiernos posteriores.
Segundo, la idea de que existe una copia fiel de un escudo inicial, me llevó a entrevistarme con los mayores expertos del tema. Esta etapa del trabajo fue realmente rica en aportes. Por este camino llegué a que en el Museo Histórico Nacional se halla tanto el sello de la Asamblea como una versión de escudo que para el Presidente de la Academia Nacional de Historia, es el escudo usado por la Asamblea Constituyente del año 1813. Esa obra es entendida por otros especialistas que entrevisté también como la primera versión oficial del escudo. Un pequeño escudo de madera pintada al óleo que puede verse allí. Partí entonces de su dibujo como elemento de referencia.
Sobre el escudo argentino en sí, se puede ver que el mismo es el resultado de la integración de la cultura española, la influencia del escudo de la Ciudad de Buenos Aires y de las imágenes de cambio producidas por la Revolución Francesa. De esta forma, tanto los laureles como el sol son atributos exteriores y han reemplazado los collares de las órdenes reales, siendo los laureles la expresión heráldica de la gloria, triunfo y la victoria y el sol, el símbolo de vida y poder. Además, las manos sostenidas representan conciliación y alianza, unión y fidelidad. El gorro rojo es símbolo del esclavo romano liberado y sostenido por la pica se transforma en un emblema de libertad y redención política.
Sin embargo, el proceso histórico de dibujar el escudo nacional, claramente ilustra como los diferentes gobiernos trataron de proyectar su propia visión del tema usando principalmente este soporte de significación. Más información puede encontrarse en mi tesis de doctorado: www.designingnationality.com
A partir de este mapa de significaciones de los distintos elementos que integran al escudo, comencé a proyectar la actual versión, la cual buscó ceñirse a representar los valores ideales presentes en la constitución. Así, entre otros ajustes, la expresión del sol que diseñé trató de expresar contención y tranquilidad, en oposición a las caras de los anteriores soles, las que en su mayoría buscaban imponer temor o distancia. Las manos del centro se destacan y presentan un ligero tinte en el color de la piel, en pos de incorporar la diversidad étnica que constituye el país. El tamaño de los laureles buscó equilibrar al todo en forma armónica, evitando magnificar la “gloria” de algunas hojas, por sobre los otros referentes. Finalmente y lo que tecnológicamente era indispensable, se vectorizó y ajustó el grosor de las líneas y espacios que componen al dibujo, para lograr una buena visibilidad de esta imagen desde cualquier tamaño de reproducción y medio tecnológico.
Cuando terminé de diseñar la actual versión gráfica del escudo, Presidencia envió mis diseños a la Secretaría de Legales para ver si el diseño se ajustaba a la normativa, me hicieron hacer unas correcciones y posteriormente se comenzó a sistematizar su aplicación.
Por ese entonces yo me alejé del gobierno. Con el tiempo vi que la administración de Duhalde toma mi versión de escudo y de identificación y luego la de Kirchner la unifica en todas las áreas del sector público, incluso llegando hoy a estar en los nuevos billetes.
Esta es un poco la historia. Cuando presenté mi diseño recomendé que el Congreso Nacional discuta y le de legitimidad a una versión del escudo y ofrecí ad-honorem asesorar sobre el tema, pero no tuve respuesta. En ese momento era el fin de un gobierno y este tema formal quedó en el olvido.
Como balance personal para mi fue un honor poder aportar algo desde mi trabajo en este tema.
Sebastian Guerrini